Boletín de la Escuela Popular de Agua y Energía (EPAE)
Número 9. 2013. Chiapas, México
Las ciudades se conforman como un espacio, diseñado por el ser humano, para adaptarnos a una naturaleza “salvaje y hostil”. Pero en vez adaptación, lo que se ha conseguido es una separación total del medio natural, imponiendo una barrera artificial entre lo natural y nosotros. De esta manera, se han domesticando los árboles en parques y jardines y enjaulados a los animales en zoológicos. Estos vestigios dentro de las metrópolis, nos recuerdan lo que era y ahora no es.
Estas grandes urbes demandan cantidades altísimas de alimentos y agua como si de un gran monstruo se tratara y ofrecen a cambio aguas contaminadas, toneladas de desechos y humos tóxicos que afectan a todos los seres del planeta, vivan o no en las ciudades.
Las ciudades enajenan al ser humano y son centros de delincuencia, trafico, ruido, pobreza extrema y donde se dan los índices de felicidad más bajos del planeta. Ahora nos toca adaptarnos a este mundo que hemos convertido en “salvaje y hostil”.
La sobreexplotación de los recursos naturales, el desempleo, el cambio climático y la falta de servicios en el medio rural, junto con las falsas promesas de un futuro mejor en las ciudades, han hecho que la gente, en los últimos años, haya emigrado de forma masiva a las ciudades, ahora sobrepobladas.
Estas junglas de cemento, grandes consumidoras de recursos y poco productoras, se han convertido hoy en día en una de las mayores amenazas a la sustentabilidad del planeta.
Texto: Otros Mundos AC